El regreso a la presencialidad es un respiro de aire fresco para muchas personas, especialmente después de estos dos largos años en los que el Covid 19 hizo estragos en la salud mental de muchas personas.
Según la Organización Panamericana de la Salud, en el primer año de pandemia, la depresión y la ansiedad tuvieron un aumento de nada más y nada menos que de 25 %.
Retomar presencialidad después de una pandemia y ajustarnos a una nueva normalidad no es fácil pero tampoco imposible. Imaginate qué es volver a las aulas que hace dos años no visitas porque tus clases presenciales pasaron a ser virtuales, sincrónicas. Ajustarte nuevamente a cambios, con adaptaciones de lo que antes conocías simplemente como normal.
Más pronto de lo que podríamos habernos imaginado, la normalidad empieza a regresar a nuestras vidas, y por supuesto, la educación no iba a ser la excepción. Aunque la virtualidad y la digitalización de diferentes procesos permitió hacerle frente a la pandemia y sobrellevar otros desafíos en términos de bioseguridad, universidades, empresas, y demás organizaciones, hoy por hoy, se preparan para regresar a la presencialidad.